domingo, agosto 07, 2005

Enroll-s-ando

A veces se me olvida cuánto me gustan los tangos y los boleros.

Esta semana tuve en mi coso portátil de mp3 una selección con 20 tangos que suenan increíbles. Harta tragedia y arrabal. Me gustan los boleros ultracebollentos, apasionados, sufridos, vengativos, furiosos. Me gusta esa cosa extrema con que la gente imaginó y escribió esas letras amargas, y en su fin último, esperanzadas. Sería mucho decir que uno vive en un eterno tango, pero de algún modo habemos ciertas personas que manentemos ciertas esperanzas, ciertos sueños, ciertos futuros que se diluyen y escapan, y aún así, uno sigue cantando la misma letra en nombre de esa espera infinita. Una espera que a veces parece detenerse, perderse, y despedirse al fin.

Hoy, aquí se canta un fin.

Hoy es una renuncia absoluta.


Este finde hicimos rolls y quedaron increíbles.
Y yo ya no espero.